Los terremotos importantes pueden tener un impacto significativo en los mercados financieros. Uno de los ejemplos más recientes fue en 2011: tras el terremoto de Tohoku, el tsunami y el desastre de Fukushima, los mercados japoneses se desplomaron un 20%, causando una pérdida de cientos de miles de millones en capitalización de mercado. TEPCO, el propietario de la planta nuclear de Fukushima, fue nacionalizada, mientras que Westinghouse Electric Company se declaró en bancarrota en 2017. Los gestores de activos e inversores privados deben considerar los riesgos sísmicos que pueden impactar significativamente en sus carteras.